domingo, 11 de noviembre de 2018

Religión en la Escuela Pública: la hora del consenso.


Resultado de imagen de religión escuela públicaEl debate sobre la clase de religión en la escuela pública no es nuevo, y resulta pretencioso concluir que con algún tipo de razonamiento se pueda despejarse un horizonte definitivo, en un horizonte en el que quepan todos, sin exclusiones, tanto para quienes defienden un planteamiento como otro, de no ser que en realidad hablemos de imposiciones. 

En el artículo 27.3 de la Constitución se dice que: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. 


Cuando se relaciona a los poderes públicos con la garantía de una formación religiosa acorde al derecho de las familias no parece que se relaciona con la catequesis, sino con una formación religiosa reglada, con una asignatura de religión que evalúa la adquisición de conocimientos y la comprensión del pensamiento cristiano.
No falta también quien lo plantea desde su dimensión cultural. Es muy difícil comprender la historia, la cultura y la configuración del mundo actual si dicha área no se imparte en las aulas, si el alumnado no conoce en profundidad los fundamentos de la religión católica. Más aún, el hecho religioso es un contenido cultural básico, y el cultivo del fundamentalismo, las supersticiones y el esoterismo tienen su caldo de cultivo en la ignorancia, en la falta de profundización en el área. Conocer, además, otras religiones con una cierta profundidad ayuda a pacificar los llamados conflictos religiosos desde la valoración de aquello que es común.
Hoy se subraya también la necesidad de una educación integral de la persona. La apuesta por un nuevo paradigma educativo que tenga muy en cuenta las inteligencias múltiples, el reconocimiento de la inteligencia emocional y la emergencia actual en el estudio y valoración de la inteligencia espiritual… supone entender la educación como un proceso que va más allá de la mera instrucción o transmisión de conocimientos y reafirma la necesidad de educación en valores, y sólo el desconocimiento o los prejuicios llevan a afirmar que una educación en valores cristianos cierra las puertas a personas libres y solidarias.
Que el derecho a la libertad religiosa está incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, o que el ser humano se hace preguntas de sentido, no sólo técnicas o científicas sobre la vida y el universo, reflejan que no estamos hablando de algo superficial e intrascendente, como otras cuestiones sobre las que hablamos en platós o en tertulias de café.
No hay duda de que quienes consideran que la enseñanza religiosa no debe ser incluida en la escuela pública tienen argumentos respetables. Indican que no está claro que del artículo 27.3 de la Constitución se deduce que la formación religiosa tenga que desarrollarse en los centros educativos públicos. Indican que dicha situación puede vulnerar los artículos 16.2 y 18.1 de la Carta Magna donde se habla del derecho a mantener la intimidad personal y a no declarar sobre las propias creencias. Subrayan el carácter privado de la religión y deducen que del artículo 16.3 de la Constitución, que afirma que ninguna religión tendrá un carácter estatal, no se puede concluir que el Estado está obligado a mantener tal enseñanza, o adoctrinamiento, tal y como insisten en definirlo, con fondos públicos
Se afirma también que la enseñanza de la religión provoca la segregación del alumnado, dificulta la integración, acentúa diferencias y perjudica a quienes no eligen la opción religiosa porque tal opción provoca trastornos educativos y priva a una parte del alumnado de otros contenidos necesarios. Y si, además, en la selección del profesorado y en la elaboración del curriculum de la asignatura participa una organización privada, como la Iglesia, o los obispos, que no han sido elegidos con participación democrática, no hay garantías de transparencia ni de igualdad de oportunidades.
Quienes hablan de una escuela, a la que denominan laica porque excluye la asignatura de religión, consideran como una paradoja que la Iglesia, una institución privada, tenga mucho poder de decisión en el sistema educativo sin ningún tipo de gasto o contraprestación, algo que no sucede con el resto de confesiones. Añaden, además que algunas actitudes tradicionales de la Iglesia católica, como por ejemplo la tolerancia hacia todas las personas, con independencia de sus preferencias sexuales, la igualdad entre hombres y mujeres y sus papeles en la sociedad, o el funcionamiento democrático y participativo que podría exigirse a cualquier organización que colabore o reciba dinero público para su financiación y promoción, no se corresponden con los valores universales que cualquier sociedad moderna y avanzada debe compartir
Y, por último, indican que los conciertos educativos significan subvenciones de dinero público a empresas privadas, mayoritariamente religiosas, que deben revisarse, al igual que los acuerdos del Estado con la Santa Sede.
Tras esta exposición de argumentos a favor y en contra de la asignatura de religión en las aulas públicas, siempre con mayor riqueza de detalles, pues no deja de ser un resumen, manifestamos nuestro parecer favorable a la inclusión del área de religión en la escuela pública.
Si hay algo que en este momento se valora en la educación es el hecho de partir de la experiencia y de la importancia de las opciones personales del alumnado. Hablamos, claro de una educación integral. Y si alguien dice que el alumnado se separa físicamente y se acentúan sus diferencias porque en una asignatura opcional tiene dos posibilidades tendría que reformar todo el sistema de opcionales y optativas, de apoyo, de centros públicos con unas determinadas características y centros públicos con otras características, además de la cuestión de modelos A, B, D, etc. Y esto sólo en el interior de la enseñanza pública, pues también tenemos en cuenta que existe la opción de la escuela privada, y en esta segregación también hay diferencias.
Es curioso que hablen de adoctrinamiento religioso algunos colectivos cuya obsesión es el adoctrinamiento que deja fuera de la enseñanza pública la religión, una clase de religión que no es obligatoria, a la que sólo se apuntan las personas que lo desean. Que resulta, por tanto, la asignatura más democrática. Pero ese adoctrinamiento antirreligioso se define como laico, cuando en realidad el laicismo en sus orígenes respeta la religión en la vida pública, pero en igualdad de condiciones, sin que lo religioso determine todo lo público.
¿Por qué se insiste en que se defiende la libertad de elección y el derecho a la formación religiosa si queda excluida del ámbito de formación reglada? ¿Por qué es más razonable situar la formación religiosa fuera de la escuela pública? ¿Por qué algunos colectivos, tan respetuosos con la libertad, quieren que exista libertad de elección en la escuela pública, pero tienen la obsesión de  excluir precisamente la asignatura de religión? No creemos que haya mayor pluralismo en la escuela pública si se excluye la clase de religión. Observamos que no siempre están equivocadas todas las críticas a la Iglesia católica pero un laicismo positivo no necesariamente excluye la religión en la vida pública. Es necesario fijar unos mínimos de respeto y encuentro en una escuela pública no excluyente, donde quepan quienes desean que se trabaje la dimensión espiritual de la persona, también desde opciones confesionales.
No podemos seguir manteniendo vivo un debate secular que necesita llegar a un mínimo entendimiento, como sucede en la mayor parte de los países de Europa.
Pedimos a las autoridades religiosas que sean más estrictas a la hora de elaborar el curriculum desde el punto de vista pedagógico y de competencias y que tengan más en cuenta el estudio de la religión, y de las religiones, desde el perfil de las facultades de teología como referente académico, aunque de otro nivel.
Pedimos a los movimientos que realizan campañas activas en pro de la presencia cero de la religión en las aulas que no presionen directamente al alumnado que elige esta asignatura, ni al profesorado que también tiene sus derechos laborales para trabajar con dignidad. Tienen derecho a defender sus postulados en libertad, pero les invitamos a que consientan un espacio para que quienes voluntariamente lo elijan puedan ocuparlo.
Rogamos a las autoridades políticas que tengan altura de miras y faciliten acuerdos donde quepan las diferentes opciones, a la par que aseguren, mientras tanto, el cumplimiento de lo que está legalmente establecido.

FORO ERELGUNE
erelgune@yahoo.es

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