sábado, 4 de febrero de 2012

Respuesta a EHIGE, 2 de febrero

EHIGE (la Federación de AMPAs de la escuela pública) ha repartido a través de los tutores (que son funcionarios docentes del Gobierno Vasco) su revista de enero a todas las familias de la escuela pública, una revista con cargados tintes anti-religión-en-la-escuela y financiada por fondos públicos en tiempos de crisis, que incluye dos hojas de campaña contra la asignatura de religión. El tema de este año es "Religión fuera del horario escolar". Utilizan un lenguaje deliberadamente impreciso y no exento de falsedades...

Dicen, por ejemplo, que siguen pensando "que la Religión debe quedar fuera de la escuela y que es necesario dedicar todo el horario escolar al curriculum". ¿Habrá que recordarles que para dedicar todo el horario al curriculum no es necesario que la Religión quede fuera del horario escolar? ¿No saben de sobra que la Religión forma parte del curriculum escolar y que, con el resto de las materias cumculares, contribuye a la adquisición de las competencias básicas por parte del alumnado? Una educación digna de tal nombre debe proporcionar una formación que abarque todas las dimensiones de la persona, incluida la dimensión religiosa. Lamentablemente, nuestro sistema escolar posibilita que salgan de la escuela jóvenes analfabetos, en lo que concierne a lo religioso. Ignorar la presencia del hecho religioso y su influencia en la sociedad, el arte y la cultura es un error grave que hay que corregir cuanto antes. Afortunadamente muchas familias han optado por una formación integral e incluyen la asignatura de Religión en el itinerario auricular de sus hijos e hijas.
Estas familias, se supone, también están representadas por EHIGE y sus derechos tendrían que ser defendidos de igual manera; pero EHIGE parece que se ha empecinado en una cruzada laicista intolerante y no está por la labor de representar y defender a todas las familias por igual. Por el contrario, parecen querer negar a estas familias el derecho a que sus hijos e hijas tengan la educación que por ley les corresponde en la escuéia pública. Y ese es un grave error porque la escuela pública ha de ser el lugar de todos y todas, ha de ser un reflejo de la sociedad. Parecen querer expulsar de la escuela pública a las familias que tienen un concepto de formación integral, que contempla todas las dimensiones de la persona, transmitiendo la idea de que no hay lugar para esa educación en la escuela pública, que ha de ser la escuela de todos y todas.
Nos previenen luego para que no confundamos "la obligación que tienen los poderes públicos de garantizar el derecho a recibir la formación religiosa que esté de acuerdo con las convicciones de cada persona, con el hecho de que ésta haya de impartirse en el ámbito educativo, en horario lectivo y separando al alumnado en grupos en función de sus creencias religiosas".
La Religión se da en la escuela y dentro del horario escolar de acuerdo con la legislación vigente y con el sentido común que impera en Europa. Así pues, no es que no veamos la diferencia entre que se dé Religión y el hecho de que se imparta en la escuela. Muy al contrario, consciente de la conveniencia de que todas las materias curriculares que concurren en la formación integral del alumnado sean impartidas en el ámbito que le es propio, el buen juicio del legislador y del ciudadano europeo en general, incluido el nuestro, ha determinado que también la Religión sea enseñada en la escuela.
La asignatura de religión en la escuela está plenamente justificada y no hay que confundirla con la catequesis u otras enseñanzas religiosas, como interesadamente se
hace desde EHIGE. En la asignatura de Religión se imparte un programa para acercarse al hecho religioso, descubrir su importancia para la vida tanto en las expresiones culturales (arte, literatura, legislación,...) como en sus valores morales (defensa de la dignidad humana, libertad, amor, entrega, generosidad, luchar a favor de la justicia, espíritu crítico, amistad, perdón, fraternidad universal, solidaridad,...), desde claves escolares accesibles tanto al alumnado creyente como al no creyente, incluidas las cosmovisiones agnósticas y ateas. En cambio, las parroquias, mezquitas, sinagogas, centros de culto o iglesias se centran en los puntos más puramente doctrinales de la fe y en la vivencia de la Religión determinada por la adhesión personal a la misma. Si en EHIGE saben que el ámbito escolar y el ámbito del centro de culto son diferentes ¿por qué intentan mezclarlos?
El Foro Erelgune también reivindica la escuela como agora cultural, pilar de la socialización humana y punto de partida para la creación cultural en su más amplío sentido, incluido el desarrollo y expresión del pensamiento. Somos, por tanto, los primeros interesados en que los centros escolares no se conviertan en centros de adoctrinamiento ideológico de ningún tipo, sea éste religioso o no religioso (político o ideológico), que vaya más allá de los valores fundamentales en los que se asienta nuestra convivencia. No sería ocioso que en EHIGE compartieran ese mismo interés.
EHIGE tendría que velar para que no se produjera ningún tipo de adoctrinamiento ideológico en la escuela pública. Pero para ello no debería acusar a unos profesionales en su conjunto, marcándoles con una especie de estrella amarilla, propia de otros tiempos; basta con denunciar los casos concretos de posibles adoctrinamientos indeseables, no sólo religiosos, sino de cualquier otro tipo. Esa sería una buena labor para EHIGE, y no poner bajo sospecha a todo un colectivo de profesionales.
Los editores de la revista afirman que se separa al alumnado en función de sus creencias religiosas y s&ben que es falso. Al alumnado se les separa en grupos de acuerdo con sus preferencias académicas, no por sus creencias religiosas, tal y como se hace con el resto de las asignaturas optativas. Cuando alguien, libremente, marca en la "casillita" de Religión, que algún centro escolar que otro esconde descuidadamente a ver si se pasa sin marcar, no está haciendo una profesión de fe, está eligiendo un modelo/itinerario educativo más completo. Y la familia que opta por la asignatura de Religión puede ser creyente o no creyente. Son familias que quieren lo mejor para sus hijos e hijas y quieren que en su itinerario de estudio se contemplen todas las dimensiones de la persona, incluida la dimensión religiosa. Querer eliminar este derecho de las familias es un acto de intolerancia y de discriminación que tendría que hacer recapacitar a los dirigentes de EHIGE porque son también los representantes de esas familias. Cuando los que detentan cargos de gobierno (aunque sea a pequeña escala como puede ser EHIGE) se olvidan de los anhelos y deseos de todos los representados e intentan utilizar simplemente el criterio de mayorías para imponer su propia visión ideológica están en camino de desnaturalizar la organización a la que representan, de convertirla en algo muy alejado de aquello para lo que fue concebida.
Afirman también en la revista que se obliga al alumnado que no desea recibir educación religiosa a ocupar ese tiempo en actividades no curriculares. En esto estamos de acuerdo, pues esta solución es impensable en la mayoría de los países europeos. De hecho incluso hay países en que la asignatura de Religión es obligatoria para todo el alumnado, eso sí, con la posibilidad de elegir entre la asignatura de Religión confesional
o no confesional. Esos países incluyen en el currículo la asignatura de Religión con la intención de formar ciudadanos competentes incluso en esa importante área de la cultura.
La falta de tolerancia de algunas actitudes respecto de la enseñanza de la Religión en la escuela, no es sino un signo de la necesidad de la educación en valores que la Religión, aunque no sólo ella, promueve.
Con el objetivo de impulsar el conocimiento del hecho religioso y la variedad cultural que el mismo ha producido a lo largo de la historia, hace algunos años desde el gobierno del Estado se trató de incluir en la educación el conocimiento del hecho religioso en una sola área en dos versiones, una confesional y otra no confesional. Tanto una como otra habrían sido curriculares, lo que había generado amplios consensos en el mundo de la educación. El intento quedó frustrado por el cambio de gobierno. Y de la negativa a seguir esa vía surgió la posibilidad, convertida en triste realidad, de que una buena parte del alumnado acabara sus estudios tam cuam tabula rasa, analfabeto en lo que se refiere al conocimiento de la religión, debido a que se imparte una Alternativa sin carga curricular. Sería deseable que se volviera a aquél proyecto de dos versiones, (la confesional y la no confesional), que estaría más en consonancia con la práctica educativa del resto de Europa y no dejar a este país en la ignorancia del fenómeno religioso y de su influencia en la sociedad.
Los redactores de EHIGE confunden en otro lugar derechos de unos y deseos de otros. En efecto, se quejan de que se obligue al alumnado que no desea recibir educación religiosa a ocupar ese tiempo en actividades no curriculares, "favoreciendo que el deseo de unos atente contra la libertad y derechos de otros". Confunden intencionadamente el deseo que algunos en EHIGE tienen de que en el tiempo de la Alternativa se dé materia curricular, con un supuesto derecho. ¿Dónde está el soporte legal de tal derecho? ¿En qué base argumental se apoyan? Haría falta algo más que el recurso al manido "estado laico" que, en su concepción, impide albergar la Religión dentro de la escuela. Europa es un buen ejemplo de la compatibilidad de Religión en la escuela y laicidad bien entendida, como ya hemos indicado más arriba. Y confunden maliciosamente, por otra parte, el derecho que se tiene a elegir Religión, con fundamento legal del más alto rango, con un mero deseo de recibir tal educación religiosa. Se arrogan, a ellos mismos, derechos inexistentes y reducen, a los otros, derechos reconocidos en Europa a simples deseos.
En la revista de EHIGE nos recuerdan que se puede dar el curriculum si nadie solicita Religión. Se aprovechan ilegítimamente de una nota que la Delegación de Educación envió a los centros educativos sin medir, quizá, sus consecuencias. En la nota se contemplaba el caso de que nadie solicitara Religión, admitiendo, si así fuera, que se utilizaran esas horas para reforzar otras materias curriculares. Se abría así desde Delegación un resquicio para sortear la ley, que prohibe expresamente dar materias curriculares en la Alternativa. En la nota de Delegación se observa claramente que el refuerzo de otras asignaturas sería consecuencia del hecho de que no hubiera alumnado en Religión. Por el contrario, la utilización que en la revista de EHIGE se hace de la nota de Delegación altera completamente su sentido y trata de convertirla en causa de que el alumnado no se apunte a Religión, con el estímulo del refuerzo curricular que se daría en lugar de la Alternativa.


Aprovechamos la ocasión para pedir a la Administración una mayor claridad. Como ya hemos dicho, la ley prohibe expresamente dar materias curriculares en la Alternativa. Diferentes sentencias hablan de la equiparación de la asignatura de religión al resto de las enseñanzas fundamentales, y de que el hecho de recibir la asignatura de religión no ha de suponer ninguna discriminación. La Alta Inspección del Gobierno Vasco tendrá que definirse y exigir el cumplimiento de la legislación educativa estatal. ¿Van a permitir que la situación continúe deteriorándose? ¿O van a optar por el desacato y por dotarse de una "norma" particular al respecto? Lo que no pueden hacer es eludir su responsabilidad, máxime cuando la revista de la que estamos hablando ha sido realizada con fondos públicos del Departamento de Educación y ha sido distribuida por tutores, funcionarios de la Administración muchos de ellos, y sujetos por tanto de manera especial a lo que la ley dicta.
Concluyendo, podemos entender que tanto en EHIGE como en otros colectivos e instancias haya personas que sigan pensando "que la Religión debe quedar fuera de la escuela", como se manifiesta en esa revista, y que traten de extender sus convicciones. Pero creemos que a todos, a ellos también, nos es exigible unos modos y procedimientos respetuosos con la verdad de los hechos y con las leyes, que marcan el terreno común de una sociedad plural, en el cual personas con opiniones diferentes tenemos que convivir. Si la legalidad existente no es de su gusto, promuevan su modificación. Pero, mientras tanto, aténganse honestamente a las normas que todos nos hemos dado. La máxima del respeto es la que ha de imperar. Cuando se pisotean derechos (aunque sea de minorías) que además están amparados por la legislación vigente, se inicia el camino hacia una sociedad intolerante y excluyente que no se sabe en qué terminará.
*                                                      erelgune 1 @yahoo.es

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