1.
Importancia del hecho religioso en la
construcción de la persona, de la sociedad y de la cultura.
2.
Aumento actual del analfabetismo religioso y
sus consecuencias.
3.
Falta de valores o relativismo moral de la
sociedad actual.
4.
Contribuciones de la asignatura de Religión en
la escuela desde una perspectiva de educación integral.
1-
Importancia
del hecho religioso en la construcción de la persona, de la sociedad y de la
cultura
La religión es una
expresión cultural. En torno a seis mil millones de personas se consideran
pertenecientes a algún tipo de religión, aunque su nivel de adhesión es muy
diverso. Cuando la antropología cultural estudia las características del ser
humano se encuentra con sistemas de
lenguaje, expresiones de comportamiento, normas, organización, cultura y
religión…
Cuando la persona se
inscribe en un grupo religioso determinado, encuentra un lugar dentro de la
sociedad que le permite identificarse ante ella, con una manera de estar en el
mundo que incide de alguna manera en su actuar cotidiano.
La religión cuenta con
una amplia gama de símbolos y signos que cumplen la función de reflejar el
carácter y la calidad de vida de un pueblo, su estilo moral y estético, su
cosmovisión, su forma de percibir la realidad y de entender el orden de las
cosas.
Aunque siempre se
conserva el carácter individual de cada persona, no se puede prescindir de la
función de la religión, o las religiones, en la construcción de ciudadanía pues,
junto con lo cultural y lo político, construyen y reconstruyen todo el complejo
que define a una sociedad.
El hecho religioso es un
medio de socialización. La ética -universal- y la conciencia moral, particular
de una religión, son también elementos constitutivos en la formación ciudadana..
No es positivo no tener
en cuenta a la religión como un elemento
que participa en todos los sistemas de la construcción de la identidad
ciudadana y prescindir de una relación con el Estado y de las diferentes
instituciones que lo componen.
A veces se producen
conflictos denominados “religiosos” a los que no somos capaces de desenmascarar
precisamente por el desconocimiento general de la religión. Debido a su
desconocimiento, no sabemos cómo decir con claridad que quienes matan en nombre
de Dios son quienes menos representan lo más genuino de las religiones que
coinciden con la ética universal en el no matar.
2-
Aumento
actual del analfabetismo religioso y sus consecuencias.
Decía Einstein: “La ciencia sin
religión está coja y la religión sin ciencia está ciega.”
Parece obvio que crece el
analfabetismo religioso en nuestra sociedad, y no sólo porque el profesorado de
historia del arte considera que si se conocen los relatos bíblicos y la
mitología clásica hay mayores posibilidades de interpretar determinados cuadros
fundamentales en la historia del arte. Aunque hay quien magnifica esta
situación, quizá se trate de una cuestión menor. ¿Sólo nos preocupa el
analfabetismo religioso porque no sabemos interpretar un cuadro, cuando hoy,
cualquier pregunta sobre la interpretación de un cuadro tiene una respuesta
inmediata en un medio digital de bolsillo?
Lo importante del analfabetismo
religioso tiene que ver con dos aspectos fundamentales que, en el fondo, son
prejuicios: La religión está contra la ciencia, el Dios de Jesús no es el de la
parábola del hijo pródigo, Alá no es Dios de la misericordia y las jerarquías
religiosas han matado en nombre de su dios,…. No hay duda de que una cierta
militancia laicista, no laica, contribuye a mantener estos muros y que también,
en ocasiones, algunas instancias religiosas no facilitan estos cambios. Por ello, incluso en un modelo de escuela
laicista debe de tener cabida el conocimiento de las religiones desde un ámbito
cultural y cívico, para ser una escuela competente en todos los ámbitos.
Hoy existe una gran preocupación en
todo el mundo a causa de un tipo de fundamentalismo religioso que utiliza la
violencia en nombre de Dios y justifica determinados atentados a los derechos
humanos desde una interpretación al pie de la letra de determinados textos,
algunos de la Biblia,
otros del Corán.
El problema fundamental consiste en
que el alumnado no tenga una formación determinada en cuanto a los modelos de
religiones. Incluso miembros del
profesorado, periodistas, y divulgadores hablan sobre estas cuestiones
estableciendo cátedra. Esto demuestra que el analfabetismo religioso se
encuentra en la sociedad. Es decir, para reconducir esta situación es
conveniente estudiar el hecho religioso en la escuela y en todas las
universidades. “La ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia
está ciega.”
Hay quien dice que una de las
consecuencias del analfabetismo religioso es la falta de valores o el
relativismo moral de la sociedad actual, pero es que no podemos desligar la
ausencia de valores con la falta de ética en nuestra sociedad. Caminan de la
mano.
3-
Falta de
valores o relativismo moral de la sociedad actual.
¿Puede decirse que en el siglo XXI existe un derrumbe de las
directrices morales necesarias para la constitución del sujeto y de su
solidaria adaptación social? La cultura propone ideales, principios, valores y
objetivos relativos a un determinado momento histórico y a un ámbito específico
político y económico. Este conjunto de principios y valores arraigan de manera
profunda en los seres humanos, no como influencia exterior, sino como sustancia
constitutiva del propio sujeto. Las directrices morales, soporte de la ética,
son impensables sin una propuesta cultural específica, pues constituyen las
normas que regulan los vínculos y relaciones entre los sujetos y facilitan la
adaptación a un modelo social concreto.
En la actualidad el capitalismo
neoliberal, esencialmente competitivo, desplaza a las religiones sin aportar
códigos morales alternativos, instaurándose una moral impostada y superficial,
práctica y utilitarista, siendo considerados como valores de recambio la
asertividad, la competitividad, el egotismo, el individualismo, la ambición, el
éxito y la riqueza cortoplacista.
En la actual sociedad individualista, hedónica, narcisista y
utilitarista se están produciendo individuos con tan llevadera levedad del ser
que pueden cínicamente ser probos ciudadanos mientras incurren en conductas
inmorales e incluso ilegales sin sentir la más mínima desazón ni ninguna
necesidad de arrepentimiento, como dice Lipovetsky. Esto está provocando un gran
vacío moral del ser humano contemporáneo.
La sociedad a través del sistema educativo y los medios de
comunicación tienen que dar una respuesta a esta realidad.
4-
Contribuciones
de la asignatura de Religión en la escuela desde una perspectiva de educación
integral.
Al configurar un Estado democrático y pluralista, tienen que
aparecer como fundamentales los derechos de igualdad y libertad religiosa, así
como la formación de sus sujetos en el conocimiento de las diferentes
concepciones religiosas.
En Europa,
existen diferentes maneras de abordar esta cuestión, pero nos fijamos de forma
especial en el Reino Unido. En este país se ve necesario que la educación debe
promover el desarrollo espiritual, moral, cultural, mental y físico de los
alumnos en las escuelas y en la sociedad.
Esta línea
se ha visto reforzada cuando Howard Gardner valorizó el nuevo concepto de
inteligencias múltiples. Rechazó reducir la inteligencia a ciertas habilidades
cognitivas como la memorización, el análisis, la relación, la resolución de problemas
o el tratamiento de la información. En ese contexto, también debe entrar en
crisis una apuesta meramente doctrinal de la enseñanza de la religión. Según el
nuevo modelo de las inteligencias múltiples: la interpersonal, la intrapersonal,
la lógico-matemática, la lingüística, la espacial, la cinestética-corporal, la
musical, y más recientemente, la naturalista. En 1999 en su libro la Inteligencia
Reformulada, parece sugerir la existencia de una novena
inteligencia llamada espiritual o existencial. Esta se manifiesta en algunas
personas que destacan por ser proclives a formular y considerar cuestiones
sobre el sentido, la vida, la muerte y las realidades últimas. Sin embargo,
Gardner no acaba por incluirla en su modelo, quizá preocupado por el uso que
esa afirmación pudiera conllevar en un contexto de revival de los
integrismos religiosos en los ámbitos científicos norteamericanos. No obstante,
las investigaciones han continuado.
Se han
seguido realizando investigaciones en este campo y según Carmen Pellicer
aparecen las ocho características de la inteligencia espiritual: la capacidad
de ser flexibles; el nivel alto de conocimiento personal e introspección; la
capacidad de enfrentarse y trascender el dolor; de aprender con el sufrimiento;
de inspirarse en visiones y valores; tendencia a ver las relaciones entre las
cosas: ser holísticos; rechazo a causar daño a los demás; tendencia a
cuestionar las propias acciones y a pretender respuestas fundamentales;
capacidad de ser coherentes con las ideas propias frente a las convencionales,
siendo ‘independientes de campo’ y espontáneos.
En
consecuencia con estas investigaciones, la finalidad integral de la educación
no podría excluir del sistema educativo ni de las leyes educativas, el cultivo
y desarrollo de la competencia espiritual.
Compartimos
la visión de Carlos Garcia de Andoain, quien indica que en la última década los
debates educativos en España han vinculado la enseñanza de la religión en la
legislación educativa con una obligación internacional relacionada con diversos
acuerdos. No se trata de denostar dichos
acuerdos, sino de deliberar y decidir cuál es el lugar y enfoque de las
enseñanzas de la religión en el sistema educativo en una sociedad democrática,
de acuerdo con los nuevos paradigmas pedagógicos.
Las
Declaraciones Internacionales sobre Educación establecen como fin de la educación
“el pleno desarrollo de la personalidad humana”. De acuerdo con este artículo,
y tal y como se plantea en Finlandia o en Reino Unido o en otros países
europeos, la dimensión espiritual y religiosa, así como la ética, son
dimensiones a incluir en el fin del pleno desarrollo de la personalidad humana
y, por tanto, objetivos esenciales de la educación, no sólo confesional, sino
pública.
En Europa,
en cualquiera de los modelos educativos, se respeta la libertad de conciencia
y se garantiza la asignatura. Para ello se incluye curricular y temáticamente
el estudio de la religión en la educación, desde un modelo predominantemente
multiconfesional, donde la enseñanza de la religión se integra como otra área
más bajo la dirección y supervisión de
las autoridades educativas.
POR TANTO…
La
creciente implantación a escala europea de un modelo educativo basado en
competencias, es una oportunidad para, desde la reivindicación de la inclusión
de la competencia espiritual, innovar, de acuerdo con las nuevas demandas de
los ciudadanos, la vieja asignatura de religión.
Así pues,
en lugar de atrincherarse en la defensa de un espacio en riesgo de realizar un
gueto, o de agitar la bandera de un laicismo excluyente y privatizador, es hora
de situarnos proactivamente, dejar viejas batallas e ir a un nuevo pacto sobre
el lugar de la religión en la escuela para avanzar hacia una asignatura
aconfesional que englobe el carácter
cultural y cívico.
¿En qué
dirección es posible un pacto? En la normalización de la enseñanza de la religión
en una orientación cultural y no doctrinaria, asumiendo las autoridades
educativas su cometido en esta cuestión.
erelgune@yahoo.es
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